El don de soñar

25.12.07

"Ahora mismo, que estoy inactivo en la oficina, y se fueron todos a comer menos yo, observo, a través de la ventana empañada, al viejo bamboleante que recorre lentamente el paseo al otro lado de la calle. No va bebido; va soñador. Está atento a lo inexistente; tal vez espere todavía. Que los Dioses, si son justos en su injusticia, nos conserven los sueños incluso cuando sean imposibles, y nos concedan buenos sueños, incluso si son triviales. Hoy, que todavía no soy viejo, puedo soñar con islas del Sur y con Indias imposibles; mañana tal vez me sea concedido, por los mismos Dioses, el sueño de ser dueño de un estanco pequeño, o jubilado en una casa de los alrededores. Todos los sueños son el mismo sueño, porque todos son sueños. Que los Dioses me cambien los sueños, pero no el don de soñar."

Libro del desasosiego, Fernando Pessoa

El futuro

"El futuro, ese precipicio, me aterra hasta tal punto que me gustaría ver desaparecer hasta la idea de él. Pues es el fondo de esta idea, mucho más que el deslizamiento hacia el abismo que encubre, lo que me angustia y me impide saborear el presente.Mi razón se tambalea ante todo lo que llega, ante todo lo que debe llegar. No es lo que me espera, es la espera en sí, es la inminencia como tal, lo que me roe y me espanta. Para hallar un simulacro de paz necesito aferrarme a un tiempo sin mañana, a un tiempo decapitado."

El aciago demiurgo, Emile Cioran

El último espejo

23.12.07

"Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
llega fatalmente al Último Espejo
donde una mujer abrazada a tu esqueleto nos muestra
cara a cara el infierno
de los ojos sellados de los ojos cerrados para siempre como en una máscara
de muerta representando en el más allá el teatro último:
así miré yo a los ojos que borraron mi alma
así he mirado yo un día que no existe en el Último Espejo."

El último espejo, Leopoldo Mª Panero

Matías y Pedro

19.12.07

Matías el gangoso era guapo como un abedul entre ortigas. Pedro no carecía de gracia, una especie de halo simiesco totalmente despreciable para el género femenino de hormonas alteradas.
Matías atraía a estas como la miel a las moscas pero su vocación de bobalicón hacía que las más estiradas y macizas escaparan.
Pedro, aún feo como un tronco humeante, destilaba sus palabras con brío de alquimista, ágil de lengua y concienzudo delineante del bello castellano: engatusaba a cualquiera. A cualquiera. Pero seguía sin follar. Se convertía en el paño de lágrimas de los amoríos de las féminas más promiscuas y la esperanza de los sueños principescos de las gordas.
No había solución, Matías y Pedro tenían que trabajar juntos si querían comerse algo con olor a fresa: Matías pondría el careto y Pedro la verborrea.
La idea les vino viendo Mad Max por quinta u octava vez, exactamente cuando en la “Cúpula del Trueno” pelea a muerte Mel Gibson contra una dupla de gigante atolondrado y un cerebro vil de patas cortas: serían esos dos contra las hordas femeninas de Gibson… o algo así. Matías atraería al mejor género y Pedro remataría con generosa concupiscencia.
Quien iba a pensar que al tiempo de poner en práctica la estratagema un par de chavalas se acercarían al querer amistoso de tales individuos; el problema no era tanto descifrar cómo un plan tan patético había funcionado, si no decidir quien se quedaba con una u otra muchacha para atacar “a saco”. Cómo decidir si una era lista y perspicaz -pero fea cual holocausto- y la otra bellísima, como esculpida por Fidias -pero más seca que una piedra en un desierto-.
Como búhos en un zeppelín se miraron y se plantearon por primera vez cosas que nunca ni siquiera sabían que existían, esas cosas que sabes que llegan algún día y que nunca se van…
En ese instante a los cuatro les atravesó la infancia de seguido y a más de uno le salió alguna cana.


Manuel Gutiérrez

Me he perdido

18.12.07

"Lo intenté por tercera vez, me enfundé en mi traje beige, miré hacia el suelo y me santigüé, te encontré entre los escombros.
Y aún quedaba un muro en pie, te vi apoyada en él y creo que lo hacías para no perder la fe, el Cristo en la pared se encogió de hombros.
Y tú con tu voz, esa voz y tu pálida piel, con el brillo en tu pelo del trigo, con ese otro brillo que imagino tras tu abrigo.
Pasaste estos últimos inviernosal calor de un infierno construido en el amor para acabar en demolición.
Me dices: ahora ya estás advertido, no te fíes de un animal herido.
¿Y qué te iba diciendo yo? Me he perdido.
Lo intenté siete veces más, quería ver lo que hay detrás de tu imperturbabilidad y abrir tu puerta de cuarenta y tres candados.
Te adiviné en tu balcón silbando una larguísima canción, pensando es esto lo correcto o no, así que hice chas y aparecí a tu lado.
Lo sabes, ahora ya estás advertido, no te fíes de un animal herido, y yo, descuida, le mentí, soy un experto cazador.
¿Lo has visto? Es mi mundo derruido, lo que hoy es puro mañana está podrido.
¿Y qué te iba diciendo yo? Me he perdido.
Mátame si ya no te soy de utilidad, mátame tras leer el mensaje, pero ahora me desnudaré sin quitarme el traje.
Lo he visto, este mundo al derrumbarse, que lo natural es odiarse, me dijiste, he de reconocer, con cierta convicción. Y entonces entonaste dulces gritos, comenzó el más viejo de los ritos. Fuiste tú, fui yo, sencillamente fue algo superior. Y añadiste, si lo hacemos tonto mío, pues hagámoslo como es debido. ¿Y cómo es eso? pregunté. Y tú me dijiste: justamente así no.Y paraste, me lo tengo prohibido.Y yo protesté empapado y más que aturdido, y ahora sí que sí que yo me he perdido.
Que ahora sí que me he perdido, porque sólo es pensar en ti y acabar perdido, porque sólo con pensar en ti me pongo perdido."

Me he perdido, Nacho Vegas

Estaba preservado

"Estaba preservado
en ella
El fresco milagro
de
la sorpresa."

Desierto, James Douglas Morrison

Nada a nadie

"No cuenten nada a nadie. Si lo hacen, empezarán a echar de menos a todo el mundo."

El guardián entre el centeno, J.D. Salinger

Sin ti...

7.12.07

"Sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer."

Amelie, Hipólito

El anarquista

"Al paso de Roosevelt por la Argentina, el fugado gallego –el anarquista- no pudo hacer detonar la granada destinada al presidente… en su desespero apartó a la gente de su lado y se hizo inmolar al grito de ¡viva la anarquía!"

La fuga, Eduardo Mignogna