"Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando viene entre el centeno"

28.9.07

"Bueno, pues muchas veces me imagino que hay un montón de críos jugando a algo en un campo de centeno y todo eso. Son miles de críos y no hay nadie cerca, quiero decir que no hay nadie mayor, sólo yo. Estoy de pie, al borde de un precipicio de locos. Y lo que tengo que hacer es agarrar a todo el que se acerque al precipicio, quiero decir que si van corriendo sin mirar adónde van, yo tengo que salir de donde esté y agarrarlos. Eso es lo que haría todo el tiempo. Sería el guardián entre el centeno y todo eso. Sé que es una locura, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura."

El guardián entre el centeno, J. D. Salinger

El tabaco

27.9.07

"El tabaco casa admirablemente con el alcohol (si el alcohol es la reina, el tabaco es el rey), es un amable compañero con el que afrontar todos los acontecimientos de una vida. Es el amigo de los buenos y los malos momentos. Se enciende un cigarrillo para celebrar una alegría y para ahogar una pena. Estando solo o acompañado.
El tabaco es un placer de todos los sentidos: de la vista (es bonito ver bajo el papel de plata los cigarrillos blancos, alineados como para revista), del olfato, del tacto... Si me vendaran los ojos y me pusieran entre los labios un cigarrillo encendido, me negaría a fumar. Me gusta sentir el paquete en el bolsillo, abrirlo, palpar la consistencia del cigarrillo, notar el roce del papel en los labios, gustar el sabor del tabaco en la lengua, ver brotar la llama, arrimarla, llenarme de calor..."


Mi último suspiro, Luis Buñuel

Ocho y medio

"Miro al techo que hoy ha vuelto a gotear, hacía tiempo que no llovía así.
Y cada gota golpeando contra los cacharros de metal me hace pensar unas veces en sangre y otras veces en ti.
Lo que en realidad viene a ser lo mismo.
Lo que, por crueldad, ahora viene a dar igual.
O puede ser un ángel que una vez perdió la fe y fue expulsado, y que ha venido a agonizar justo encima de mi hogar y estas gotas sean sus lágrimas.
O puede que sea hora de entrar ya en razón y llegar a comprender que dentro de este horror no hay literatura, no, y eso tú lo sabes bien a fuerza de caer una y otra vez en una trampa mortal que en el tiempo dura ya ocho años y medio.
Seré muy breve: te quiero, y esto duele.
Y vino un pájaro a posarse en mi ventana.
Tenía una ala rota y su plumaje era gris y azul.
Y al acercar mi mano y comprobar que no, no echaba a volar supe de inmediato que lo enviabas tú.
Lo tomé entre mis garras y lo dejé morir, y cuando lo hizo aún llovía aquí.
Y la sangre al gotear entre zarpas de animal presagió mi suerte, como una ave que voló de Madrid hacia Gijón aun herida de muerte, reescribiendo la espiral de prometer hacerlo bien, de cometer un nuevo error, de no saber pedir perdón o pedirlo demasiadas veces.
Y aunque ahora escupo una oración helado de terror ningún dios responde aún.
¿Soy yo el que no ve o es que todavía no se hizo la luz?
Seré muy breve: te extraño, y esto duele.
Trato de encontrar una salida pero no recuerdo ni por dónde hemos entrado aquí.
Y contemplo junto a mí el cadáver del que fui, según tú, en una ocasión, y es la mancha de humedad la de la herida mortal impregnada en el colchón, y ahora que te oigo llorar en lugar de ir hacia ti me vuelvo a anestesiar y me limito a subir el volumen del televisor, o me concentro en recordar, para no pensar en ti, que tendría que llamar y que alguien venga a reparar la gotera de una puta vez, que ya cansé de recoger litros de agua gris, gris como un metal que un día relució y que ahora es suciedad.
¿Qué se hace para amar lo que quise despreciar ya una y mil veces?
Seré muy breve: te he perdido, y esto duele."

Ocho y medio, Nacho Vegas

Un buen día

"Me he despertado casi a las diez y me he quedado en la cama más de tres cuartos de hora, y ha merecido la pena.
Ha entrado el sol por la ventana, y han brillado en el aire algunas motas de polvo.
He salido a la ventana y hacía una estupenda mañana.
He bajado al bar para desayunar y he leído en el Marca que se ha lesionado el niñato.
Y no me he acordado de ti hasta pasado un buen rato.
Luego han venido estos por aquí y nos hemos bajado a tomarnos unas cañas, y me he reído con ellos.
He estado durmiendo hasta las seis y después he leído unos tebeos de Spiderman, que casi no recordaba.
Y he salido de la cama.
He puesto la tele y había un partido y Mendieta ha marcado un gol realmente increíble.
Y me he puesto triste el momento justo antes de irme. Había quedado de nuevo a las diez y he bajado en la moto hacia los bares de siempre, donde quedaba contigo, y no hacía nada de frío.
He estado con Erik hasta las seis y nos hemos metido cuatro millones de rayas. Y no he vuelto a pensar en ti hasta que he llegado a casa, y ya no he podido dormir como siempre me pasa."

Un buen día, J

Tengo yo un mueble que no es de madera

Tengo yo un mueble que no es de madera,
puse libros de todo tipo, aventuras, ficción,
un montón de libros con ideas ridículas
y un par de ellos con buenas ideas,
puse también mis diarios
en un sitio bien visible,
los diarios de mi niñez, con letra de molde de cuadernillo Rubio,
los de adolescencia, con las tapas llenas de fotos
de revolucionarios muertos y símbolos
que había visto dibujados por las paredes,
y los diarios más actuales, con muchas hojas arrancadas,
meses, años enteros,
besos entre sus páginas
... y algunas lágrimas también;
tengo yo un mueble que no es de madera,
y si me pongo boca abajo se llena de sangre
y se desordena todo.

Carlos Xavier Díaz

Los nadies

26.9.07

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.Que no son, aunque sean.Que no hablan idiomas, sino dialectos.Que no profesan religiones, sino supersticiones.Que no hacen arte, sino artesanía.Que no practican cultura, sino folklore.Que no son seres humanos, sino recursos humanos.Que no tienen cara, sino brazos.Que no tienen nombre, sino número.Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

El libro de los abrazos, Eduardo Galeano

Y si bien...

"Y si bien en muchos de sus aspectos visibles
este mundo parece hecho en el amor,
las esferas invisibles fueron creadas en el terror."

Moby Dick, Herman Melville

Si pudieses...

"Si pudieses ser o el peor enemigo de Dios, o nada ¿qué elegirías?
Somos los hijos medianos de la historia.
No tenemos lugar ni propósito especial.
Y si no conseguimos la atención de Dios, no podemos esperar condena o redención.
¿Qué es peor? ¿El infierno o la nada?
Quema los museos.
Límpiate el culo con la Mona Lisa.
Así, al menos, Dios sabrá tu nombre."

El club de lucha, Chuck Palahniuk.

Siempre me gustaron los Setenta

Siempre me gustaron los Setenta,
las melenas rubias lacias de California
y las fiestas en la costa norte con cerveza fría en vasos de plástico
y la música alta distorsionada en altavoces cascados incapaces de aguantar a Morrison
y los gritos
y las chicas desnudas en noches de luna al amparo de las olas
y los cristales rotos de las botellas que nunca beberé.

Siempre me gustaron los Setenta,
las Ray-Ban en cabezas desordenadas y labios rojos y caras pecosas en conciertos inundados de amor y caballo,
los largos veranos sin hacer nada en el cementerio de bicicletas, en las dunas arenosas junto al lago
y la sal de tu cara junto al fuego, agrietada de tanto jugar a querernos
y pensar que siempre será así, un eterno verano que se acaba, un autobús de Septiembre sin retorno; y tú en la parada del olvido varada en unos Setenta que nunca existieron porque nunca los vivimos.

Siempre me gustaron los Setenta,
las guitarras rasgadas
y las tablas de surf rodeadas de bikinis de flores y éxtasis
y el rock de patillas y desiertos de horizontales sin más curvas que las de tu pelo contra el viento en el viejo Cadillac blanco
y el sudor de la carretera de tu cuerpo a la luz parpadeante del primer motel barato y sucio
y los lavabos donde te desnudas
y tu ropa que marca el camino hasta mi cama
y tu mano en mi espalda
y mi lengua en tu muslo
y tú y yo soñando con años Setenta en habitaciones decoradas con papel mohoso y unas pocas velas aromatizadas de recuerdos inexistentes
y el hielo de medianoche al pie del cartel de no vacancy
y de nuevo el sudor
y de nuevo el contoneo
y de nuevo el carnoso beso de tu pecho bajo las sabanas rasposas de almidón, dos niños sin escuela de Otoño arañando la vida, dejándose las uñas por una embestida más
por un nuevo beso carnoso
por un nuevo contoneo
por un nuevo sudor.

Siempre me gustaron los Setenta,
los tatuajes negros en hombros desnudos
y los patinadores aburridos
y la paz sobre el mar
y los vinilos junto a la cama con cascos de cortesía
y los billares nocturnos
y los punks con su vida de mierda arrastrada
y el cigarrillo que quema las yemas
y el sillón de pereza
y el sol de atardecer junto a ti si alguna vez hubiéramos vivido los Setenta y si alguna vez hubiésemos estado juntos…


Manuel Gutiérrez