La tía pobre

20.10.09

"Apenas se la presentan a la gente, apenas conversan con ella. Nadie le pide que pronuncie unas palabras. Se limita a permanecer sentada a la mesa como una botella de leche vacía. Toma el consomé a pequeños e inseguros sorbos, come la ensalada con el tenedor del pescado, las alubias se le escurren fuera de la cuchara y, al final, es la única que se queda sin la cucharilla del helado. Su regalo, con un poco de suerte, irá a parar al fondo de un armario y, si la fortuna le es adversa, acabará en la basura en la próxima mudanza junto con trofeos polvorientos de vete a saber qué.
"En el álbum de bodas que hojearán de vez en cuando, también aparece su fotografía, claro está. Pero su imagen es tan fúnebre como la del cadaver de un ahogado que todavía esté en relativo buen estado.
"¿Y esa mujer quién es? Sí, ésa, la de la segunda fila, la que lleva gafas..."
"¡Ah!, no es nadie." Dirá el joven esposo. "Es sólo mi tía pobre."
No tiene nombre. Es sólo la tía pobre. Únicamente eso."

Sauce ciego, mujer dormida, Haruki Murakami

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